Los apagones eléctricos sorprendieron este lunes a los ecuatorianos. El racionamiento, que no fue anunciado a tiempo por el Gobierno, contempla cortes de electricidad de hasta 14 horas durante el día y la noche. Esta medida llegó de forma inesperada. Hace apenas una semana, las autoridades habían anunciado un racionamiento nacional de 22.00 a 06.00, minimizando así la crisis energética que afecta al país desde 2023. Este escenario se repite, una vez más, con el presidente Daniel Noboa fuera del país.

“Es un caos”, ha reconocido Noboa desde Nueva York, donde viajó para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 24 de septiembre, aunque el mandatario decidió quedarse siete días en Estados Unidos. Con Noboa Estados Unidos, las explicaciones quedaron en manos de los ministros de Energía y Ambiente. “No tengo buenas noticias”, dijo el titular de Energía, Antonio Goncalves. El principal embalse, Mazar, que alimenta a dos hidroeléctricas que, entre ambas, generan 1.500 MW, ha llegado a niveles críticos por la falta de lluvia. “Cuando llega a 2.100 metros, perdemos el control y, a partir de ese momento, dependemos exclusivamente de que llueva”, explicó Goncalves.

Apagones de ocho horas al día en Ecuador en medio de una crisis de seguridad

“Entendamos que tenemos un sistema de energía que está en crisis en generación, transmisión y distribución”, añadió Goncalves, desviándose un poco del guion que había seguido el Gobierno desde el inicio, que había responsabilizado el problema al cambio climático. El argumento oficial sostiene que el país atraviesa el peor estiaje de los últimos 61 años; sin embargo, en ocasiones confunde estiaje, que se refiere al caudal mínimo en ciertas épocas del año, con sequía, que es un periodo prolongado de tiempo seco.

Ecuador tiene dos estaciones marcadas al año: la lluviosa, que va de enero a mayo, y la seca, que se extiende desde junio hasta diciembre. Esto significa que el país está en su período seco correspondiente a la temporada del año. Pero, ¿es realmente 2024 el año de peor estiaje de los últimos 61 años, como afirma el Gobierno? La falta de datos públicos sobre precipitaciones desde 2016 ha dificultado a los investigadores obtener información oficial. Este diario solicitó información al Inamhi, la institución responsable de monitorear el sistema hidrometeorológico, pero no recibió respuesta. Sin embargo, la investigadora en Sistemas Socioambientales, Verónica Íñiguez, ha analizado datos satelitales ERA5-Land, proporcionados por Copernicus, que es parte del programa espacial de la Unión Europea.

“El peor año de precipitación para Ecuador fue 2023″, explica Íñiguez, sobre los resultados que ha logrado analizar desde 1950 hasta 2024. Su investigación, además, se centró en la región de Paute, donde se encuentran los ríos que alimentan una de las hidroeléctricas más importantes del país, y halló que históricamente esa zona ha sufrido bajas precipitaciones. “Desde 1950, sumamos un total de 20 años que incluso fueron más secos que 2024″, añade. “Por lo tanto, la afirmación de que estamos viviendo la peor sequía de los últimos 61 años, de acuerdo a estos datos satelitales, no se respalda”, sostiene la investigadora en cambio climático. El Inamhi, por su parte, emitió un comunicado en el que matiza el relato del Gobierno sobre el peor estiaje en las zonas donde se encuentran las principales hidroeléctricas. “Las precipitaciones registradas evidencian un comportamiento anómalo notable, ubicándose entre los valores mínimos históricos observados en los últimos 60 años”, señala el documento.

Crisis energética

La crisis energética no es un fenómeno nuevo. Noboa asumió el poder en medio de racionamientos que duraban cuatro horas al día, y que, con el tiempo, se han agravado. Una de las primeras leyes que envió el Gobierno al Congreso, bautizado Cero apagones, tuvo el respaldo de los diputados. Sin embargo, para el sector empresarial, que estima pérdidas de 25 millones de dólares por cada día de cortes de electricidad, la ley impulsa un modelo estatista donde no le permite participar al sector privado para generar su propia energía y continuar operando. Algo, que en medio de la emergencia energética, el Gobierno le está pidiendo que haga.

El déficit actual de electricidad es de 1.080 MW. El 90% de la electricidad del país depende de las hidroeléctricas, y por lo tanto de los caudales de los ríos; la falta de lluvias ha reducido la capacidad de estas plantas. En algunos casos, como el de Paute, han dejado de funcionar temporalmente a la espera de lluvia. Según el ministro de Energía, ni él ni el Gobierno pretenden ocultar la situación en el sector. “No mentirle, es decir que cada semana hay que analizar los datos, ya que dependemos de la hidrología. No puedo adelantar algo que solo Dios sabe”, afirmó Goncalves. El Gobierno ha adquirido 430 MW adicionales y espera poder comprar energía a Colombia, que ha blindado su sistema ante posibles racionamientos. Lo único que salvará al país de que los cortes de electricidad se prolonguen es que llueva.


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